María Remedios del Valle nació en Santa María de los Buenos Aires un día incierto de 1766, no se sabe la fecha exacta porque la historia ni siquiera tuvo el decoro de preservar la fecha exacta.
Todos sabemos quién es el Padre de Patria; ni hace falta mencionarlo. ¿Pero es posible que la mayoría de las personas desconozcan quién es la madre? El General Manuel Belgrano, declaró a María Remedios como la madre de la Patria.
Era mujer, en la época en que ser mujer era una condena. Era negra, cuando ser negra significaba ser esclava. Era pobre, cuando ser pobre era la moneda más frecuente entre los que no tenían una sola moneda ni para comer.
María se propuso defender este suelo para soñar con una patria que nunca tuvo. Combatió junto al Tercio de Andaluces, uno de los varios grupos de milicianos que expulsó a los ingleses durante las segundas invasiones. Luego de la Revolución de Mayo, marchó al Alto Perú con el Ejército del Norte. Con su marido y sus dos hijos, uno de ellos adoptado, se incorporó al Regimiento de Artillería de la Patria. Volvió sola. En el campo de batalla quedó toda su familia. No sobrevivieron ni su esposo ni sus hijos.
Lejos de rendirse ante el rigor de la existencia, ahora tenía tres motivos más para seguir luchando. Le suplicó a Manuel Belgrano que le permitiera participar en la batalla de Tucumán. Atado a la disciplina y a los reglamentos militares, Belgrano al principio se negó. Pero esa voz firme y esa mirada aguerrida se impuso y finalmente, desde la retaguardia, llegó al frente de batalla.
Fue un triunfo decisivo en la lucha por la Independencia. La Negra Remedios Acompañó a Belgrano en la victoria pero, sobre todo, en la derrota. Cuando fue derrotado en Vilcapugio, María de los Remedios del Valle combatió, recibió una bala y, herida, fue tomada prisionera. Apresada, ayudó a escapar a los jefes patriotas. No le salió gratis: durante nueve días recibió el azote público: la piel negra se tiñó con la sangre roja y le quedó ese estigma para siempre como un trofeo de guerra. Consiguió escapar y se unió a las tropas de Güemes.
Fue soldado cuando ser soldado significaba dejar el cuerpo en el campo de batalla, aún cuando sobreviviera. Fue sepultada por el olvido cuando en el panteón del los héroes no entraban las mujeres, ni los negros, ni los pobres, ni los soldados. Y ella fue todo eso junto. Por eso se la conmemora junto a Belgrano y actualmente esta en el nuevo billete de $10.000.